jueves, 16 de junio de 2011

Historia de una imaginación (teatro) (13 años)

Heidi: abuela,  no tengo sueño, explícame unos cuántos cuentos de los tuyos, por favor.
Hipolita: de acuerdo, pero sólo el principio de uno, eh? Que se demasiado tarde.
H: Va abuela no me hagas esto, léeme un entero como mínimo.
Hp: De acuerdo, pero sólo si me prometes que no me enganyaras para que te acabe explicando más.
H: sí, lo prometo.
Hp: Bien, pues vamos a la habitación que te los explico.
(van a la habitación, se asientan y cogen las mantas)
H: se me ha ocurrido una cosa, abuela Hipolita tú lees una cuento al azar y yo tendré que averiguar qué se su título y de qué autor es.
Hp: de acuerdo pero, estás segura de que te entrará sueño? Mientras piensas el título y el autor...
H: Que sí, tranquila abuelita.
Hp: Bien, pues, empiezo: (*Cof*Cof*): había una vez un zapatero muy pobre, que sólo tenía materiales para montar un último par de zapatos. Decidió que dejar los materiales preparados para montar el par al día siguiente. Pero al levantarse al día siguiente, vio que los zapatos estaban acabados, y muy bien hechos, no tenían ni un solo error. El zapatero las puso a a el venta sin pensárselo demasiado. Y los zapatos encontraron un comprador muy generoso, que se enamoró de los zapatos y pagó su precio multiplicado por dos. Con estos dinero extras el zapatero pudo comprar más materiales, para hacer cuatro pares. Y volvió a pasar el mismo, al día siguiente estaban los cuatro muy bien hechos y cosidos. Y su comprador fue mucho más generoso que el anterior, pagó el triple por los zapatos. Cuando el zapatero vio sus ingresos tan aumentados fue a ver a su mujer y le dijo:
zapatero: Estimada mía, eras tú quien hace aquellos zapatos tan buenos por la noche?
Mujer: Yo?Pero si no en se yo, arreglar zapatos.
S: Mujeres esta noche iremos a investigar quién hace los zapatos.
Hp: Por la noche el zapatero y su mujer se quedaron hasta tarde a vigilar quién entraba en la zapatería a hacer los zapatos por la noche. La gran sorpresa fue que quién hacía los zapatos miedo la noche eran dos enanos desnudos...
H: esta historia ya me la sé abuela, se la de Los Enanos Zapateros del Hermanos Grimm.
Hp: A sí? Y que ocurrirá ahora entonces?
H: La mujer de Sabater se los hará ropa a los enanos y los enanos trabajarán a la zapatería.
Hp: De acuerdo, pues te explico una otro. (*Cof*Cof*):
Un leñador, estaba casado con una mujer muy guapa, pero eran muy pobres, pero un buen día se presentó delante de ellos dos Júpiter, el Dios del rayo, que los quería conceder tres deseos.
Leñador: Tenemos que pensarlo muy bien. El más inteligent sería pedir dinero.
Mujer: De que nos servirían el dinero si morimos jóvenes? Mas vale pedir salud y una larga vida.
Leñador: Una vida larga y pobre... Seriamos unos desgraciados durante mucho tiempo!
Hp: Justo en aquel momento al leñador le entraron unas ganas de comer carne muy fuertes.
Ll:Uf... ojalá tuviese un buen plato de carne ante mí.
Hp: Y así fue, apareció un plato delante suya con muchas morcillas.
D: Cómo puede ser? Que as hecho? Ahora tenemos un deseo menos.
Ll: Deja de quejarte, si se te enganchase una de estas morcillas a la nariz ya tendrías una razón para quejarte.
Hp: Y una otro vez el leñador habló sin pensar. Y las morcillas se engancharon a la nariz de su mujer.
Ll: Lo siento mucho, pediré dinero con el último deseo que nos queda por que te subas tapar la nariz con las ropas más caras del mercado.
D: Ni se te ocurra, ahora mismo pedirás que esto se desenganche de mi nariz!
Hp: Y así la pareja acabó igual de pobre, pero no más infelices.
H: Abuela todavía no es muy tarde, por favor explícame uno más que todavía no tengo sueño.
Hp: si me dices el título y autor de este sí .
H:Los Tres Deseos de Perrault.
Hp: De acuerdo, De acuerdo. El último, eh? (*Cof*Cof*):
Había una vez una madre que le encargó a su hija que fuese a visitar a en el su abuela que estaba enferma, la niña traía una capucha roja que le regaló su abuela...ah! ya te has dormido? Ay Heidi mía...Ya me as vuelto a enganyar...
(2 extars le colocan una capucha roja encima)

LoveLess (recopilación de los poemas de Genesis de FinalFantasy VII)

Prologo

Cuando la guerra de las bestias provoque el fin del mundo,
la diosa descenderá del cielo.

Con sus alas de luz y oscuridad extendidas,
nos guiará hacia la dicha y su don será eterno.

Canto I

El misterio infinito.
Buscaron los tres hombres el don de la diosa.
Mas sus destinos la guerra separó.

Uno fue héroe, otro vagó por la tierra...
El último, prisionero cayó.

Pero a los tres unía su solemne juramento:
buscar la respuesta juntos, una vez más.

Canto II

Aunque el reo escapa, con graves heridas carga.
Mas su vida auxilia de patria rival.

Comienza así la vida en retiro de ambos,
que pareciera albergar promesas de eterna dicha.

Pero tanto la felicidad creciera, como la culpa surgiere.
Pesada carga, el pesar de promesas incumplidas.

Canto III

La guerra trae impasible la destrucción del mundo.
El prisionero parte con su nuevo amor,
ambos embarcados en un nuevo periplo.

Le guía la esperanza de que el don le dará la dicha.
También el juramento contraído con sus hermanos.

Ninguna promesa compartieron los enamorados,
pues en sus corazones sabían que se reencontrarían.

Canto IV

Mi amigo, los si no son crueles
No hay sueños, ningún resto del honor
La flecha ha salido del arco de la diosa

Mi alma, corrompida por la venganza
Ella aguantó el tormento, para encontrar el final del viaje
En mi propia salvación
Y su sueño eterno

La leyenda hablará
Del sacrificio en el extremo del mundo
Las velas del viento sobre la superficie del agua
Reservado, pero seguramente

Canto V(Escrito por Génesis)

Aunque el día siguiente esté estéril de promesas
Nada prevendrá mi vuelta
Para hacer el rocío que apaga la tierra
Para ahorrar las arenas, los mares, los cielos
Te ofrezco este sacrificio silencioso

martes, 14 de junio de 2011

Y Se Hizo la Luz! (escrito con 12 años)

Hola, el antes que nada, buenos días. Os quiero explicar la historia de mi bisabuelo, Dominique, antepasado de Thomas Edison. Nació el 7 de abril de 1864, conocí su existencia gracias a un trabajo sobre nuestro árbol genealógico en el que teníamos que explicar anécdotas y vivencias de nuestros antepasados. Bien, la cosa es que mi bisabuelo era muy perfeccionista, apesar de que iba en silla de ruedas, de hecho, mis abuelos me explicaron que el día que le dijeron que no podria volver a andar despues de un intento fallido de perfeccionar la maquina de vapor del 1782 que le parecía muy “primitiva”, se pasó unos tres días intentando levantarse, finalmente lo aceptó con su frase tan famosa “causa y efecto”. Esta era la frase que más decía, siempre la repetía.
Pues empezemos con lo historia; mi bisabuelo conoció la mujer perfecta para él, un completo desastre, cuando alguien le preguntaba porque era aquella su futura esposa, aquel completo desastre, y con tan poca capacidad de orden, él respondía que del amor al odio había un paso y si, repetia su frase “causa y efecto”, por supuesto.
Dominique y Josefine, era así como se llamaba la mujer desastre, decidieron casarse el día del festival de la luz y a su propia casa, así todo seria perfecto, al resto de opciones que Josefine proponía él decía “causa y efecto” y las rechazaba. El día de la boda pasó la cosa que explosionó la furia de mi bisabuelo, se fue la luz. Dió un grito escalofriante que se escuchó a kilómetros de distancia y que puso los cabellos de punta a todos el invitados, el que tenía que ser el acontecimiento más perfecto y feliz del mundo, resultó ser un desastre a ojos de Dominique. No sólo estaba en juego la boda más preparada de la historia, sino estaba en juego el honor de mi bisabuelo y ese era un precio muy alto a pagar por una compañia electrica.
Salió rodando con su silla de ruedas y fue a la tienda de bombillas donde no encontró en nadie. En sus 40 años nunca le había pasado una cosa como esta, por eso decidió pasar la noche fuera de casa y en uno de los pocos hoteles con luz de París.
Por otro lado Josefine estaba en casa, sabía perfectamente lo que era estar con una persona como en Dominique y también sabía que estaría bien. Era el hombre perfecto, a diferencia de ella que era un completo desastre, la prueba era que acababa de hacerse un huevo frito en el  microondas y estaba calentando una sopa en la nevera.
Dominique quería volver a casa antes de que Josefine la destrozase, pero, él deseaba resolver el enigma de porque se tenía que ir la luz a Paris, la ciudad de la luz, el día de su boda y en casa del antepasado de Thomas Edison.
En aquel momento, mientras se tomaba el plato de pasta más perfecto de Paris, recordó la dirección perfecta para resolver el enigma, la dirección de un hombre muy viejo que conoció a Thomas Edison, y fue. El viejo le explicó que la familia Develau estaba en contra de Thomas Edison y su invento de la bombilla que revolucionó Paris y le dio el teléfono de Henry Develau, el jefe de esta familia y principal sospechoso de aquella conspiración contra la bombilla.
Llamó y respondió a una niña con la voz muy aguda, que aseguraba que aquello era una tienda de teléfonos antiguos, y le dió la dirección del lugar donde estaba llamando. Eran las siete y media y empezaba a hacerse de noche, una noche pobre de luz, una noche que prometía la resolución de todo aquello.
Al llegar tenía los brazos muy cansados de tanto hacer rodar su enmohecida pero perfecta silla de ruedas. En la puerta de la tienda de teléfonos estaba la niña, quieta, parecía una estatua, sin mover un músculo. La niña unicamente pronunció su nombre, “Michelle” y le hizo entrar, en la tienda de teléfonos.
Dentro le esperaba en Henry Develau, le explicó cosas ocultas sobre Thomas Edison que Dominique nunca podría haber imaginado, como por ejemplo que el invento de la bombilla no era suyo, si no de la familia Develau. Dominique se lo creyó, no sin antes pedir numerosas pruebas.
Dominique se fue, triste, con todos sus sueños de perfección rotos, y se quedó dormido a su silla de ruedas, en medio de la calle.
Se despertó, a su cama, con Jonefine dormida al lado, tranquila. Era 24 de marzo, el día de su boda. Comprobó todas las luces de la casa, todas estaban bien. Creyó que todo era un sueño, se giró para coger un vaso de leche de la nevera y bebió un poco . Mientras miraba por la ventana , le pareció ver ver a la niña de la tienda, Michelle, pero pensó que sería “causa y efecto” de un mal sueño estresante y volvió a la cama.
La niña se giró y pronunció aquellas palabras tan y tan repetidas por mi bisabuelo: “causa y efecto” y desapareció en una ventolada junto con unas hojas de algún árbol.
                                                                                                                         Janette (12 años)

Jugando En La Cripta! (escrito con 13 años)

Es un poco “vulgar” para un demonio de la Cripta comenzar una historia con “erase una vez” pero a Janette le importaba bien  poco.
Estaba sentada frente al ventanuco, observando la brillante luna llena, le dañaba los ojos, pero le importaba bien poco como estuvieran sus ojos, lo único que le importaba era su amor, Michael.

Estaba muy deprimida, pues dentro de unas horas (debería estar durmiendo) su padre le ordenaría despertarse muy temprano para que se pusiera sus mejores prendas, se hiciera un gran moño lleno de tirabuzones y se pintara los labios de un rojo carmesí, los polvos de arroz sobre su tez ya de un blanco natural comparable al mármol cuidadosamente pulido.

Ella temía con toda su alma ese día, le daba pavor. En la mayoría de los casos era ella quien provocaba ese pavor que ahora rondaba tanto desatre de su espíritu. Era de lo más difícil para ella disimularlo, aunque como, por naturaleza, estaban condenados a mantener el ímpetu lejos de la cripta ninguno de sus hermanos se preocupaba lo más mínimo de la melancolía de Janette.

Quedaban apenas unos minutos para que su padre entrara en su panteón, así que decidió meterse en el ataúd e intentar aparentar que estaba dormida.

Su panteón estaba cuidadosamente ordenado, tenía infinidad de libros, colocados por orden alfabético, montones de libretas (ordenadas de mayor a menor y por orden cronológico) en el interior de un cofre al más puro estilo de los piratas de épocas pasadas, aun que lo que más predominaba en su panteón eran los múltiples lienzos pintados por ella misma, los pinceles, paletas y tubos de pintura al oleo que había repartidos por la estancia, era lo único que no estaba cuidadosamente ordenado.

Alucard se acercó al ataúd de Janette, levanto la tapa bruscamente y dijo en su peculiar tono de voz, no muy alto ni muy bajo: “Vamos, se que estas despierta” esas palabras fueron el peculiar “buenos días” de su padre y que por desgracia repetía muchas veces.

Janette se levantó y comenzó a cambiarse de ropa, poco le importaba que su padre estuviera delante,  le daba menos asco la mirada de su padre que la que imaginaba que pondría ese estúpido agentillo de pacotilla corrupto hasta las muelas al verla en cueros. Se ajustó el corsé al máximo, estaba segura de que si se lo hubiese aflojado su padre se lo habría corregido más tarde. Prefería que eso se acabara cuanto antes.

El viaje fue largo y cansado pero a Janette le parecieron amenos todos aquellos paisajes, tardó relativamente poco en sacar  el carboncillo y su libreta. Hizo 7 dibujos de camino, al ser una vampiresa su velocidad era la mucho mayor que la de un humano, era capaz de dibujar un paisaje hasta el más mínimo detalle antes de que el carruaje avanzase lo suficiente como para perderlo de vista.
Al llegar a la mansión de aquel agente Janette pensó que era muy diferente de su cripta, estaba decorada al estilo barroco, con múltiples adornos dorados, Janette aborrecía el barroco.
La dejaron en el recibidor junto con el ama de llaves, una silla y una mesa repleta, como no, de adornos dorados. Janette la miró con cara de repulsión, después se sentó en la silla y comenzó a dibujar. Eran las doce de la noche.
Al pasar unas horas salió su padre, Alucard, de la estancia junto con Lionel. Este último llevaba un fajo de billetes en la mano y una gran sonrisa en la cara, a Janette le provocaba arcadas.
Alucard al ver la cara de asco que ponía su hija se acercó a ella y le susurró al oído:”El pobre no sabe lo que eres, ni por asomo, así que deberías pensar en si deberás se merece ese dinero, se va a casar con una vampiresa que le dobla la edad y ni siquiera lo sabe”
Lionel se quedo mirando a Janette con cara de deseo, después dijo: “Bueno, he de admitir que es muy bella, te despediré de mi gran mansión como te mereces guapa.” Alucard dio unos leves toques en el hombro de Janette. Ella lo entendió enseguida. “Gra…graci…” fue cortada por Lionel antes de poder terminar.”¡¡Seraphin, Victoria, Michael!! ¡¡Venid aquí mismo!!” El corazón de Janette se aceleró al escuchar ese nombre… Michael…lo repitió en voz baja sin acabarlo de creer. La chica que había de pie en la entrada giró levemente su cabeza y se acercó con paso ligero a su amo. Segundos más tarde otra chica que parecía un poco mayor que la primera bajó apresurada y sudorosa. Cuando las dos estuvieron ya colocadas una a cada lado de Lionel, este las miró y volvió a gritar: “Michael, maldita sea Michael…” Cada vez que Lionel pronunciaba ese nombre Janette se estremecía, aun que sabía que el Michael del que ella estaba enamorada no era el único del mundo, se temía lo peor. “Michael no ha salido de su habitación todavía… dice que se encuentra mal, pide que le excusemos por hoy, le hemos dicho que nosotras nos encargaríamos de sus tareas, mi señor”
Mientras la Joven pronunciaba esas palabras Janette puedo sentir el miedo en sus ojos, un miedo muy denso.
“Ah… Entiendo… Un momento, ¿acaso te he preguntado, Victoria?” dijo Lionel con rin-tin-tin, justo al acabar la frase asestó un violenta bofetada a Victoria, la cual no se atrevió ni a gemir de dolor.
“A ver… ¿Os creéis capaces de elegir por vosotras mismas sin consultar? Apenas sabéis ocuparos de vuestras tareas ¿podréis hacer las suyas también? ¿Quién va a cantar el solo que preparé para Janette y así decirle que nos casaremos mañana?... Muy bien, yo le haré bajar” Se giró a mirar a Janette que lo miraba con cara de pocos amigos de nuevo y dijo: “Bueno princesa, nos veremos mañana, en la boda, puedes marcharte, ya me ocuparé yo de que ese meque trece de Michael no nos fastidie la ceremonia”

Una vez en la Cripta, Janette se fue a dormir, ya no le importaba casarse con Lionel pues estaba segura de que ese Michael al que tanto llamaba su amo era SU Lionel, esa manera de excusarse de los sitios, además él canta magníficamente… ¡era él seguro!
El resto del día en su sepulcro pasó tranquilo.

Se hizo de noche sin que se diese apenas cuenta, padre la preparó para la ceremonia, iba perfecta, un velo rojo que cubría toda su cara, y el vestido era indescriptible… una combinación de rojo, verde y naranja claros que creaba un aura de bondad a su alrededor, aun que a Janette le pareció insuficiente para ocultar su verdadera naturaleza. Alucard le hizo prometer que aguantaría el máximo tiempo sin alimentarse, si en algo era buena es en soportar su sed.
Llegaron a la mansión, y la ceremonia fue sin incidentes.
Aquella noche Janette ya durmió con Lionel, el cual quiso que esta cenara con sus padres, a ella no se le hizo pesada la idea ya que hacía mucho que no probaba la comida de los humanos.
Esa noche durmió del tirón, hasta las tres de la madrugada que se despertó de sopetón en medio del salón principal, ensangrentada. Tenía enfrente a Victoria, Seraphin, Michael y el cuerpo sin vida de Lionel. Los tres dijeron la misma frase cambiando unas solas palabras:
“Yo soy Victoria, un elfo”
“Yo soy Seraphin, una de las pocas Seraphines, es decir, ángeles caídos.”
“Yo soy Michael, un vampiro, pero eso ya lo sabes…”
“¡Bye!” repitieron todos al unisonó y se fueron.
Ha Janette le hubiese gustado hacer muchas preguntas, pero prefirió no abrir la boca.

Han pasado 100 años, Janette vive ahora en la ciudad. Ya no responde a ese nombre… Responde a otro que no puedo pronunciar…Vive en un edificio, espacioso, cerca de la montaña, con muchos libros, cuadros y pinturas al oleo.
Ahora vive buscando a Michael…Vive por ese único objetivo…
                                                                                                                Janette (13 años)