domingo, 26 de julio de 2015

Morpheo y Onirio

Sobre una cama se hallaba un joven Australiano, sudoroso, estaba soñando, tenia una pesadilla, mejor dicho. No paraba de balancearse ligeramente de un lado al otro. Hasta que finalmente, el joven despierta. En un primer momento el joven se muestra aliviado, ha escapado de la pesadilla que le atrapaba en su profundo sueño, pero súbitamente, se hecha a llorar, arrinconado bajo su escritorio. Es como si le hubiesen arrebatado algo que ha estado experimentando toda su vida, pero que ahora se ha convertido en in ínfimo suspiro en su memoria.

Mientras tanto, unos gemelos muy extraños permanecen en uno de los antiguos salones de baile de la sede de una antigua secta que hasta ahora se antojaba des estructurada y sin miembros con el poder suficiente para realizar los antiguos ritos a los que se dedicaba la susodicha orden de extraña procedencia. Pero en aquellos momentos el antiguo museo de ciencias se encontraba repleto de sectarios que portaban túnicas violetas y rojas, mostrando su rango, y observaban con atención a aquellos extraños gemelos de semblante tan dispar que ellos mismos acababan de llamar mediante un rito. Los jóvenes no hablaban, tan solo permanecían sentados, desnudos, dentro del mismo ovalo dibujado con sal, azúcar y zumo de granada en partes iguales, no mostraban el más mínimo amago de temor. Lo cual molestó al que parecía ser el sectario jefe, que arrancó en un grito arrogante y con un claro afán de mostrar su poder:

- ¡Llevad al fruto de nuestra fallida invocación a las catacumbas, al mirarles mi ojos desean no existir!

En cuestión de minutos los dos gemelos se vieron envueltos en una especie de cúpula enorme de cristal.
Antes de encerrarlos del todo, el que parecía ser el jefe, observó las caras de los gemelos, al ver que estos seguían sin mostrar la más mínima mueca de miedo, cerró la cúpula del todo, ordenó al resto de sectarios que se turnaran para vigilar que los gemelos no se fugasen.
Pasaban los años, y los dos gemelos seguían encerados y en la misma posición en la que estaban cuando los encerraron.
Lo cierto es que los gemelos dudaban de que los sectarios supiesen a quien habían “arrestado”, los mismísimos hermanos Morpheo y Onirio, Morpheo encargado de alimentar los sueños de los humanos, y Onirio encargado de provocar las pesadillas que hacen sucumbir al ser humano, sin ellos, el ser humano el sentido de la existencia, pues, ¿Qué es un hombre sin sus sueños y sus temores?

Pasaron los días.... semanas...meses....años.... y, tanto Morpheo como Onirio, seguían encarcelados... y por lo tanto las pesadillas y sueños del ser humano también.
Permanecieron encarcelados tres lustros, hasta que un día, le tocó hacer la guardia a un joven sectario, el cual nunca había visto el mar, y soñaba con, al menos, sentir la brisa marina en su rostro. El joven cogió una revista, y comenzó a observarla, en ella se mostraban chicas escasas de ropa, en la orilla del mar, con sus pocas ropas húmedas, como era de esperar, todos los que compraban esas revistas era para deleitarse soñando con las chicas, pero él, se deleitó soñando que estaba en el mar.
En ese instante los dos hermanos se sirvieron de los sueños del joven para recuperar su poder y abandonar las catacumbas.
Corrieron, y en cuestión de minutos abandonaron aquel edificio. Eran libres, por fin.
Con la luz del Sol se podía ver con claridad que eran muy distintos:
Morpheo, era un hombre rechoncho, de apariencia feliz, vestía ropas de colores, y su pelo encrespado y naranja.
Onirio, en cambio, era alto, esquelético, de apariencia oscura, vestía ropas negras las cuales eran cubiertas por una capa violeta con finales rojos asemejando una llama, tenia el pelo negro y lacio.

Morpheo y Onirio estaban hambrientos, pues se alimentaban de los sueños y pesadillas de los hombres respectivamente, así que al salir, lo primero que hicieron fue ir a sembrar sueños y pesadillas en las cabezas de los habitantes del planeta tierra.
Pero en todo ese tiempo el ser humano se volvió demasiado frío y calculador, cada vez era más difícil hacer germinar sueños o pesadillas en sus corazones, a Morpheo le recordaban a las tierras de su primo Eros, tierras preciosas, pero estériles para un futuro.
Por eso les costó mucho obtener alimento. Y el poco que obtuvieron no fue suficiente.
Onirio obtuvo un poco más que Morpheo, porque los temores siempre viven en nuestros corazones, pero la esperanza y los sueños no.

Morpheo se fue debilitando cada vez más, hasta que finalmente, murió.
El funeral de Morpheo se celebró en las catacumbas del mundo, se le construyó una cripta.
El encargado de construirla fue Hipnos, su padre.

Un día, mientras ambos deleitaban a la memoria de Morpheo con unas lagrimas, Onirio pronunció las siguientes palabras:
-En la paz, los hijos entierran a sus padres. En la guerra, los padres entierran a sus hijos. ¿Padre, estamos en guerra?


-Y, he aquí la razón de la actual decadencia a la que se ve sometida la raza humana.-dice un padre a los pies de la cama de su hijo- Por eso no te permitiré ser como ellos.
Y finalmente, le clava un cuchillo con el que le da muerte.

No respondas

Sueño: que sea demasiado tarde.
Deseo: no volverte a recuperar.
Mi culpa: tenerte hoy que llorar,
tuyo el odio, tu mirada que arde.

El poder de ti odio, tan cobarde,
que nuestras vidas quiso separar.
¿Cuánto puede costar llegar a amar?
En cenizas ahora el recuerdo arde.

Cae el amor en el frío y duro olvido
¿Qué es la falta de amor sino quimera?
¿Qué es la memoria sino tortura en mí?

Toda luz de tu mirada de ha ido,
no pensé que sólo verte doliera.

Y nunca más querré llorar por ti.

Liras a la incomprensión

Hace años que deseo
entender tu maltrecho pensamiento
cual libro de solfeo.
Que sirva de escarmiento
escuchar en silencio tu lamento.

Me pierdo en tu fraseo
intentando encontrarle sentimiento.
Y en su busca me mareo,
que puede ser tormento
o hacer de mi corazón fragmento.

Con la culpa acarreo
sin pensar en mi propio sufrimiento,
dolor cual Coliseo.
Un recuerdo mugriento
será así hasta que recupere aliento.

Vivir es mi empleo
hasta que mi recuerdo quede exento.
Vivir en pleno ajetreo
mientras mentes adecento.

Y que nuestro amor sea el evento.